Uno de los rincones con más encanto de Ribadeo es sin duda el camino del faro. Un paseo que bordea la escarpada costa occidental de la ría, y que nos conduce desde el área recreativa del Cargadero (algún día os hablaremos también de ella) hasta la Isla Pancha. Es un paseo apacible y reparador, tranquilo si el tiempo acompaña e impresionante en los días de temporal. El lugar perfecto para disfrutar del mar, del mar en calma, del mar embravecido... Antes de llegar al faro nos encontramos con Pena Furada, donde la ría caprichosa, como el cantábrico en la playa de las catedrales, trazó con elegancia un arco en una roca. En poco más de diez minutos llegamos a la Isla Pancha, y a su faro. El primer faro fue encendido el 30 de diciembre de 1.860, aunque había sido construido unos tres años antes, con luz roja de apariencia fija y 9 millas de alcance. Tenía una lámpara moderadora de aceite de oliva, una linterna de 1,60 metros de diámetro y un aparato óptico de la casa Sauter, que habían costado 6.087 pesetas. Funcionó hasta el año 1983, cuando se construyó uno nuevo, sobre una torre de hormigón de 13 metros de altura, a 28 metros sobre el nivel del mar (cuatro metros más que el faro primitivo) que aún alumbra en la actualidad. La isla Pancha es un lugar especial, donde las piedras semejan haber sido talladas por expertos canteros, donde el trabajo impasible del mar, dibujó un hermoso paisaje, donde se siente la ría, donde se escucha el silencio... o no.
Pena Furada
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